Bella Ciao, una versión "pulenta pulenta"

lunes, 17 de mayo de 2010

Dogville





¿ Es Villegas la cara monstruosa de la argentinidad ?
¿ Son los tres mandriles de Villegas casos patológicos y aberrantes ?
¿ Pudo, en sólo veinte años, cambiar tanto esta sociedad ?
¿ O, tal vez, en unos pocos años más también se tolerará que después del abuso, el estupro y el video venga el asesinato ?

lunes, 3 de mayo de 2010

Curiosidades del idioma...




Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (26 de agosto de 1789)

Traducción del creole:
  • Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Traducción del francés:
  • Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, pero algunos son más iguales que otros. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.

domingo, 2 de mayo de 2010

¡ Salvemos La Capilla !



En el límite entre Echesortu y La República, desde antes que muchos de nosotros trajinemos estas calles, la ciudad, como mojón inevitable, contó con un ícono, de esos que las personas, la gente - al decir de los medios - consagró.
Casín y burros, comerciantes chamuyeros y laburantes silenciosos, tacheros gritones y curas de barrio, "La Capilla" le brindó - democrática - su café a la medida a todos.
Desde la vereda del Boulevard Avellaneda los parroquianos vespertinos miraron, por sobre el "balón" o el "liso", las figuras de vecinas y transeúntes de calle Mendoza, rosarinas al fin, con todo lo que eso implica.
Allí, en la década del '50, recalaba todas las noches el "Cholo Fernández", viniendo de su laburo en una farmacia céntrica. Llegaba el hombre, y dejaba su bicicleta apoyada junto a la ventana que mira a calle Mendoza, por aquellos tiempos de doble mano. Sentado siempre en la misma mesa, el Cholo, llorando por dentro vaya a saber qué desengaño, se chupaba dos tubos, silenciosa y consuetudinariamente. Después, con el paso algo vacilante, producto del cansancio de la jornada parado tras un mostrador, y el tinto, claro, se subía a su bicicleta rumbo a su piecita, en una pensión cercana a Rosario Oeste.
Cuentan los muchachos, pero ya sabemos cómo hay que tomar las leyendas populares, que cierta noche los parroquianos se confabularon, dando vuelta la bicicleta. El Cholo, finalizada su ingesta, tomó la misma y sin fijarse mucho en el tránsito rumbeó nuevamente hacia el centro. La bici no podía mentirle, supuso.
De estas, miles de historias cimentan las paredes de ese lugar, no dejemos que la lógica del capital las derrumbe:
¡ Salvemos La Capilla !